¿Has hecho ya balance del año 2014? ¿Tienes preparada una lista de buenos propósitos para el 2015? Yo ayer no quise pensar mucho en ello, y fue por estas tres razones:
Por un lado, aunque el cambio de año y comienzo de un ciclo resulta apremiante para proponerse nuevas metas tanto personales como profesionales, en estas fiestas en las que comemos, brindamos, reímos, lloramos, gastamos y salimos de compras impulsivamente, quizá no sea el mejor momento para evaluarnos ni para tomar decisiones importantes.
Para mí, el momento ideal para plantearse y estructurar un cambio de hábitos es aquel en el que te sientas descansado y despejado, y eso puede ocurrir cualquier mañana improvisada desayunando un zumo de naranja en una terraza al sol. Puede amenizar un viaje en tren en el que te encuentres con energía y buen humor, o puede suceder en una noche en casa en la que (por fin) haya algo de tranquilidad. Mi premisa es que sea un momento en el que me apetezca ponerme a ello, asegurándome que esa "reunión conmigo mismo" sea lo más cordial posible y que de ella salga una lista de propósitos realista que me haga ilusión cumplir.
Cuando tienes en cuenta esos dos factores es probable que te sientes a hacer listas varias veces al año, y al fin y al cabo ¿Tiene sentido proponerse nuevas metas cada 365 días? Los números son una herramienta increíble, pero es siempre relativa. Lo que importante es qué esperas de esa lista y tener en cuenta que moldear un poco los tiempos nos va a hacer plantearnos cosas muy distintas... ¡y saber que eso es bueno!
Piensa en en el año 2020 ¿Dónde te gustaría vivir? ¿Tendrás el mismo trabajo que ahora? ¿Cuál sería tu situación sentimental ideal? Sea lo que sea...
¡Te deseo un feliz año 2020!